top of page

Enamoramientos 2.0
 

En una mesa de fin de año, hace varios lustros, Ernesto, un lejano tío político, me confió que luego de enviudar, conoció a su segunda esposa por un aviso del diario. Un clasificado, para ser más específico. No era cuestión de ofrecerse al mercado como un paquete, sino que el tema pasa pasaba por ser específico en la búsqueda. “Señor busca señora para relación seria” rezaba su aviso. “No hay que andar con vueltas”, me aseguró. La verdad es que Ernesto era un adelantado. Y la chica en cuestión, también. Juntos compartieron sus últimos años.

Los innumerables entregas del programa del gran Roberto Galán... en “Yo me quiero casar ¿y Ud?”, encontraban el anillo que le faltaba al dedo de la compañía amorosa Todavía quedan resabios de esa metodología. Algunos programas de radio se empecinan en encontrar “medias naranjas” dispersas en el cosmos urbano.

Pero esto va quedando relegado, y nos encontramos con los “cuentapropistas”. Valientes y caraduras que toman las riendas de su búsqueda sin delegarla en nadie, bueno tal vez en Facebook, Badoo, Twoo, o tantas otras casas virtuales de encuentros 2.0.. Es que en la RED, nos animamos a escribir todo lo que no nos animamos a decir. Curiosidad comunicacional. Me recuerda a una amiga que siempre afirma: “al ex no se lo llama, se le mandan mensajes de texto”.

Los encuentros 2.0, guardan el anhelado premio de enamorarse. O con la expectativa más baja de pasarla bien, aunque sea tan sólo un momento. En definitiva, acuñar alguna que otra experiencia placentera, aunque esto suene más al “seguí participando” de las raspaditas.

Pero algunos vicios de estas citas a ciegas, persisten... porque “el departamento de marketing, siempre miente”, asegura un amigo. Y cuando llega el momento de describirnos, mentimos. Porque Facebook nos impone la imagen y allí debemos convivir con la imperturbable crudeza de la realidad del paso de los años. Pensándolo así, la mentira, aparentemente quedaría acorralada. Pero, no. La sorteamos.

No nos engañemos.

Buscamos, elegimos y hasta retocamos la foto de nuestro perfil. Maquillamos digitalmente el señuelo que nos abrirá las puertas del amor o del sexo, o de la ilusión de ambos. Porque todas estas intenciones de encuentros, son a costa de no querer ver. De ilusionarnos con ver eso que queremos ver. Es decir, cuando observamos una interesante señorita o señor, deberíamos aplicar un coeficiente de corrección de imagen. Ahora, si en la foto detectamos lo que denomino IDB (“Indicadores De Bagre”), no deberíamos insistir como la gallega del GPS. Porque a veces no podremos recalcular cuando ya nos pasamos de la curva...

Y ni hablar de las sesiones “hot” en el chat, a la que sobrevienen garrafales errores de ortografía. Allí, para quien lo advierte, opera un retraimiento casi tan fuerte como cuando detectamos los "IDB" arriba referidos.

Maldecimos la tecnología pero bendecimos al Facebook. Y nos convencemos de que las citas no son más a ciegas. Pero sabemos que siempre puede haber lugar para la sorpresa.

El fiasco y el gol de media cancha pueden ser posibles.

 

Fin

Chantas 2.0

Como en el boxeo, la metáfora “te salvó la campana”, nunca resultó tan apropiada a ciertas llamadas telefónicas. “Me salvó la llamada” suspiramos aliviados “no me lo podía sacar de encima” confiaremos momentos más tarde a un amigo en un bar. Y sí, algunas llamadas son gloriosamente salvadoras. Pero, así como en algunos casos ese indiscreto aparatito, que cada vez se parece menos a un teléfono, nos puede señalar una impensada puerta abierta para huir como cachorros de departamento desesperados en busca de la felicidad detrás de algún árbol.
Pero, las funcionalidades que la tecnología impone a cada uno de estos celulares, permite que no sólo sea la llamada la que nos salve, o el mensaje de texto, en su defecto. El whatsApp, el Facebook, el Twiter, cualquier portal o “cyber red” llega con sus terminales axiónicas y nos toca, avisándonos hasta las variaciones del clima, con la realidad de una comunicación indiscreta o salvadora.
Y sí, el ser humano aprende. Y rápido.
Y nos convertimos en manipuladores de esta tecnología.
Y el mensaje de wahatsapp es más importante de lo que me dice mi amigo, o mi jefe, o mi hijo, o tal vez los reclamos de una novia enojada se desdibujan ante el resultado de un partido de fútbol o... ¿y cómo sabemos que ese mensaje llegó? Este es el punto, la simulación en la lucha por la vida, tal como lo proponía José ingenieros, (el de profesión escritor, che). Los chantas 2.0 simulan, es como el habilidoso que te hace jueguito con la pelota y te mira a vos a y a su pantallita, hace gala de sus gambeteos discursivos y se apoya en la tecnología propia del escapista.

Dignísimos hijos del gran Houdini.
“Llamame vos, acá no tengo señal” invirtiendo el contador de minutos a nuestra cuenta.
“Uh, ¿sabés? no me llegó ese mensaje”, desentendiéndose de un compromiso asumido con la simpleza de espantar una mosca con la mano.
“¿El mail?, no, no llegó nada. Y... acá se cayó el servidor” (¿de dónde se cayó,?) y uno asiente sin llegar a comprender si el servidor es un objeto preciado que se vino a pique de la estantería.
“Disculpame, tengo una llamada importante”, interrumpiendo una situación que ponía a nuestro interlocutor entre la espada y la pared, y que además cambiando el tono por uno más cómplice nos confiesa, “es mi jefe” con gestos de disculpas eternas que no se las cree ni la madre.
Y así podemos acuñar decenas de situaciones y etcéteras varios.

Y como siempre, la delgada línea de discernir entre la honestidad de una realidad posible y la ficción manipuladora de los embaucadores.
Aunque muchas veces los laberínticos y enredados vericuetos de la rutina, nos puedan encontrar de un lado y del otro.
Ser o no ser., escribió Hamlet, y viene al caso.
Reconocer o no reconocer, es otra cuestión.
La decisión siempre es nuestra.
Suerte.

  • w-facebook
  • Twitter Clean
  • w-youtube

© 2014 by EDUARDO MAROSTICA. Proudly created with Wix.com

bottom of page