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Eledu 2015

 

 

 

Acá no hay nadie

Cada tanto nos arremete esa fantasía de creernos en el confín del universo, y desatar allí comportamientos tan soterrados como sancionables por las normas del pudor, la liga de la decencia y algunos familiares.
Pero es así, cuando viajamos, así como hay muchos que lavan platos, cosa que aquí no harían ni disfrazados, otros, no menos, aceleran en curvas derrapando sobre el acantilado de situaciones inesperadas.

MI amigo Tito, el mismo que días atrás había caído en la trampa de Gomina, y, por decirlo de alguna manera, lo habían empernado en la misma habitación que el Dr. Pichi, se encontraba en una tienda de ropas con Hugo, otro pediatra con el que habían compartido algunas noches de "cacería" y la conveniente “pérdida de memoria” de los caballeros.

Miraban unas zungas coloridas, de ésas que usaban muchos de los bañistas en la playa de Copacabana. Tito le recuerda que la tanga que tenía el Dr. Pichi.
- Che mirá, más chiquita que ésta tenía el trolo del Pichi
- Qué pedazo de trolo, por Dios!, rió Hugo
- Che, parece que acá la usan todos...
- Es cierto, che, es al revés
- Es cultural, mi viejo, y por eso después los brazucas nos tildan de cagones
- Bueno, pero hay algunos “amigos” que la usan...
- Mirá, el refrán es sabio, macho es el que se la banca...
- En eso tenés razón
- Sinceramente si nos calzamos una de estas zungas ¿quién nos puede ver?, algún infeliz del congreso...¿el trolo de Pichi?

Mientras se reían a carcajadas, Tito y Hugo, completaron la compra. Decidieron que desde allí mismo se calzarían sus flamantes zungas coloridas y emprender el recorrido de la costa, orgullosos de insinuar su masculinidad aumentada, producto de suplementar la zona con una banana y dos limones de caipirinha.

Para quien los veía, tanta ostentación en dos cuarentones largos generaba comentarios. Los pediatras caminaban orgullosos y relajados en el anonimato “acá no nos ve nadie”. Libres de pudores cabeceaban a cuanta garota que los miraba agradecida del espectáculo.

Al cabo de varios minutos de arrasar con las miradas, dos jovencitas que avanzaban en dirección contraria, les sonreía a los pretendidos muchachones.
A medida que se aproximaban, una de ellas le comentó algo a la otra en el oído mientras los miraba de reojo. Estaban tan cebados que caminaban agrandados como globos de cumpleaños.

Las garotas, les sonreían. Cuando estaban a metros nomás, una de ellas se detuvo.
- Hola Doctor, ¿se acuerda de mí?

Los chicos crecen, y los pacientes... ¡también!

 

fin

 

Eledu 2015
 

 

La Doctora “Tenazas Rodriguez”

Costumbre ésta de algunos relatores de fútbol, que apodan a jugadores y técnicos, como si fueran amigos, o compañeros de la secundaria. Pero arrogándose el derecho de la palabra pública, hacen y deshacen. Fue así que cuando el “loco” Gatti dejó la portería de Boca Juniors, "Tenazas" Rodriguez ofició de sucesor. Tal vez no daba rebote y eso le valió el merecido apodo de “tenazas”, por parte del entonces joven y prominente Víctor Hugo Morales.

Pero hace poco tiempo - y salvando las enormes distancias en la comparación - me enteré de que a mi odontóloga la apodan “Tenazas”. Un apodo un tanto patético si pensamos en el morbo asociado a la profesión, que ha generado numerosas sagas de asesinos y torturadores, genios del torno, archiduques de la jeringa. Un arsenal al servicio de los componentes sádicos más profundos e insospechados del alma humana.

Pero hay gente que se saca la careta, y la Dra. Lu, alias “Tenazas” no tenía filtro. Si había que meter torno metía. ¿Agüita dormilona? ¿qué es eso? ¡Pero por favor!, se quejaba. Como el conocido y mediático pediatra, blandía la frase “ a los chicos hay que decirles siempre la verdad”.

La Dra. Lu, era joven y dueña de una figura escultural. Posiblemente los pequeños que arribaban como mansos corderos a sacrificar, fueran llevados por sus babosos padres. No era frecuente ver niños en la sala de espera, aunque de vez en cuando, algún progenitor desprevenido ofrecía a su crío bajo las fauces de la doctora.

Cierta tarde, esperaba en la clínica de la Dra Lu, y mientras escuchaba música con mi Ipod, y hojeaba distraídamente una revista de variedades, comencé a escuchar algunos grititos contenidos, voces quejosas de un niño. El lamento provenía del consultorio. Los grititos se convirtieron en un llanto desgarrador. Parecía que carneaban un chancho. Al cabo de unos minutos, el griterío cesó, y luego de otros minutos más, el pacientito un tanto reticente, junto a su padre que lo obligaba, saludaban a la Dra Lu.

Cuando llega mi turno, y una vez reposado en el sillón, le pregunté por el griterío del chiquito que había salido.
- Y ¿viste? Los chicos son muy impresionables – asintió con un gesto – y le mostrás una jeringa y se asustan...
- Es verdad...
- Le decís que le vas a sacar una muela, y si ven con qué se la vas a sacar... olvidate de hacerlo
- Pero entonces que pasó?
- Yo tengo fuerza en los dedos – hizo un gesto moviendo sus dedos índice y pulgar en pinza, abriendo y cerrando – y le pregunté cuál era la muela que le dolía, bueno que tenia medio flojita...
- Ahá ¿y?
- Bueno, ahí nomas se la saqué, con los dedos.

¡¡Eso es rock, nene!!

Eledu 2015

 

 



Las confesiones grupales del padre Edgardo.

El Padre Edgardo insistía en proponer confesiones grupales.
El sector más pobre de aquella escuela para ricos lo atraía sin medias tintas.
Las mujeres descansaban su alma en aquel hombrecito de fe intacta al que abrían su corazón y desnudaban sus vergüenzas más arraigadas. Sentían alivio y comprensión.
Estas reuniones a solas con las damas de la clase baja no pasaron desapercibidas para la autoridad del Colegio quien rápidamente informó las inquietantes novedades en la Diócesis. Los comentarios llegaron a oídos del Arzobispo quien frunció el ceño mientras negaba silenciosamente con el vaivén de su raleada cabeza.
Días más tarde un Emisario transmitía las recomendaciones de Su Eminencia
Debería hacer las cosas como lo pide la Iglesia, padre - le recomendó.

Edgardo estudió al Emisario con sus ojos mansos y firmes. Éste hubiera preferido ignorar la interrogación de su mirada. Luego de algunos minutos - interminables– el cura le preguntó.
¿Y quién lo dice?
Su Eminencia, el Arzobispo.

Al día siguiente y con palabras simples, Edgardo se despidió del Colegio Madre Cabrini, donde las mujeres que trabajaban en la cocina y la limpieza de la escuela lo extrañarían irremediablemente...

 

Eledu 2014

 




La irreverencia de Lucy.

Rosario transitaba los años '40 y la iglesia católica desplegaba todo su poder sobre la rutina de la Rosario, en aquel entonces sin Monumento. El catolicismo de la familia de Lucy contrastaba con los hábitos laicos de la más pequeña integrante. El cura de la parroquia había transmitido su preocupación por el alma de esta adolescente, a sus padres, quienes hacía un tiempo se habían declarado incapaces de interceder ante la tozuda intransigencia de la muchachita. Esta siempre se las ingeniaba para desnudar algunas incoherencias que los adultos barrían debajo de la alfombra del pudor y las buenas costumbres.
El cura cansado de las excusas de los mayores de la casa decidió tomar el toro por las astas. Interpelaría a la joven y la acorralaría ante la retórica de la teología y la investidura de su Fe.

¿Hija te vas a confesar? - preguntó el cura a Lucy.
Sí Ud. me cuenta algo de lo suyo … - le respondió la jovencita con ojos chispeantes.

Si uno pregunta, tiene que estar preparado para las respuestas.


Eledu 2014

 

 


Pelado y sin códigos

Los martes bien temprano solía encontrar a Guille en el bar Blanco de Pellegrini y Juan Manuel Rosas. Aprovechábamos ese momento para cruzar información fundamental sobre la gloriosa contextura de alguna que otra señorita. Ese día, desde el momento en que encargamos el café lo percibí molesto, especialmente cuando le hago un comentario acerca de una carrera exclusiva para corredores calvos.
- Ah, sí. Ahora se organizan una carrera, pareciera que vivimos en la era de la “oda” a la calvicie.
- Puede ser – pensé – y,...están en ganadores, qué se yo – mi amigo parecía seguir en la suya.
- A ver ¿cómo es esto? - Guille, se echaba sobre el respaldar juntando los dedos en punta hacia el cielo.- Antes el que sabía que se quedaba pelado se cagaba de angustia, mi viejo.

Discutíamos esta avanzada de los que otrora se angustiaban por lo que nosotros no teníamos que preocuparnos. Antes les decían “galpón viejo”, y otras barbaridades, pero las vueltas de la vida, los ubicaba en otro lugar. Pero para Guille no. Mirába con recelo esta excesiva confianza ganadora.

- Mirá, el otro día, fui a correr muy temprano, tenía el desayuno atragantado, y teníamos que hacer alargues y esa cosas – hizo una pausa mientras le entraba a una medialuna, sopada con el café con leche. Cuando tragó, prosiguió – La cuestión es que en el grupo había un pelado, medio pendejo que parecía que tenía las piernas atadas. Para que te des una idea, a pesar de no haber digerido el desayuno, encabezaba el grupo de entrenamiento, junto a otro coetario
- Ahá, mirá vos! - asentí
- Este personaje vino todo el tiempo último apareadito a una minita del grupo.
- Pelado pero no boludo – acoté, Guille dibujó una mueca parecida al siete de espadas. Con pretensión de risa burlona.
- Como te decía, el grupo tenia esta distribución sin ánimo de competencia, sólo era cuestión que alguien marcara el ritmo. Yo pensé en un momento, “si yo así como estoy, marco el ritmo, cómo estarán los otros”
Pero la cuestión es que el dolape mantenía un ritmo que le permitía chamuyarse a la tan curvilinea como simpática corredora, que al parecer le correspondía el chamuyo.
- y bueno, es comprensible - reflexioné
- Sí, pero ¿podés creer que todo el tiempo fue a ese ritmo pero en los últimos metros se manda una acelerada que nos pasa como poste?
- ah, no te puedo creer...
- sí, iba tan rápido que no lo agarrábamos ni cargando aeronafta.
- ¿en serio? Pero qué onda este tipo?
- ¿Y no te digo?... nos pasó como postes y llegó muy fresco, ¡le sobraba aire al hijo de puta!
- Le debe haber dicho a la minita, “mirá como paso a estos viejos chotos”, me reí
- Sí, ¡pero eso no se hace! - Guille estaba indignado
– Bueno, pero ¿y qué hicieron?
- Ni bien terminamos lo agarramos con el otro vago, porque a mí que no me diga otra cosa, este quería pavonearse con la pendeja a costa nuestra. – Asentí con un gesto
- Pelado resentido ¿Y qué le dijeron?
- Me sentí un mafioso, pero lo llamamos por señas, cuando se acercó, lo encaramos con el otro vago “¿Qué hiciste Flaco?” El pelado intentó una sonrisa evasiva. Rápidamente le hicimos saber que no era un chiste – arquee las cejas animándolo a seguir - “Mirá pelado, vos ya perdiste el pelo, si no querés perder otra cosa no hagas más eso” el pelado intentaba defenderse
- Seguro que se hacía el boludo...
- Tal cual, se hacía el boludo como perro que se lo culean.
- Si el tipo quiere terminar primero, que no se haga el rana y te venga a pasar los últimos metros
- Obvio, por eso le advertimos, reconozco que sonó mafioso, pero era necesario.
- Lo importante es que le quede claro que si lo hace otra vez, no corre más.
- Por supuesto, las cosas deben quedar claras – Guille derrotaba a la última medialuna de la promo del desayuno entre sus fauces.
- Y, ¿Viste Guille? Eso le debe pasar por no usar el peine.
- Envidia, mi viejo, pura envidia.

Eledu 2014

 


Las secuelas impensadas de la hazaña de los 33 mineros.

Me lo había cruzado al Negro G. en las inmediaciones de la UTN. Aunque hace años, nos veníamos encontrando religiosamente en nuestras selectas mesas de miércoles. Corría el año 2010 y por esos días perduraba en el ambiente la euforia chilena por sus treinta y tres mineros rescatados, una casi tragedia devenida en alegría mundialista.
Yo, saliendo de la facultad y habiendo cruzado la calle, diviso al Negro a unos 20 metros de distancia, quien sonrisa contenida se me acerca a distancia de confesión y me toma del brazo antes de mirar hacia un lado y otro, como si alguien lo observara ¿un secreto? ¿me perdí algo de la última reunión de los miércoles que no había asistido? Me sentía inexplicablemente en falta con el Negro que continuaba mirando hacia un lado y hacia otro.
No no, nada de eso.
- Boludo, me llegó algo buenísimo - Lo miro con expectativa de cejas arqueadas y con un gesto lo animo a seguir – me llegó un muñequito con la camiseta de central, dentro del cohetito, ese que usaron los mineros ... – se queda mirándome con la mueca intacta en su rostro.
- ¿y? - sigo sin enteder
- El título decía “minero 34” - con un gesto lo animo a continuar – más abajo el muñequito pedía "yo también quiero ascender".
- ¡Qué hijos de puta! – pienso que el ingenio popular se aprovecha de la desgracia de la parcialidad rosarina que vivía el ascenso. El negro siguió repitiendo
- ¡Qué bueno qué está! " yo quiero ascender” y se alejó así como rezando una letanía “qué bueno que está, yo quiero ascender”.

Miré mi reloj, eran casi las 12 hs, había que seguir laburando y el cielo pintaba nubes con voluntad de llover.
 

"Haceme una gauchada"

El flaco Tito, descansaba leyendo el diario en el comedor del hotel, cuando por encima del periódico observa que el “gomina” Gutierrez, se le arrimaba. Frunció el ceño porque seguramente venía a pedirle algún favor. Gomina, era buen tipo pero tenía habilidades de vendedor turco, y a Tito, la gente tan rápida le hacía erizar la piel de la nuca. Al parecer, el linaje entrador venía por la rama materna, y bastaba con observarlo unos segundos y las raíces mediorientales se abrían paso en su semblante, cortado en el ecuador de su rostro azabache, por un bigote negro espeso y un riguroso cabello aplastado con fijador.

Participaban en un congreso de pediatría, que de paso les permitía disfrutar el tan merecido turismo académico, esta vez en Brasil, más precisamente en Rio de Janeiro. El Gomina, se arrimó a su mesa y sin esperar invitación se sentó insistiendo atención con la mirada.
- Negro necesito que me hagas un favor, estoy cagado.
- ¿Qué pasó? - Tito volvió la vista al diario, un tanto refractario
- Necesito que me hagas un favor – hizo una pausa y al ver que Tito seguía en lo suyo, avanzó - vino mi esposa – Tito enarcó las cejas
- ¿y?
- Necesito una habitación matrimonial
- Pedila al conserje, no a mí
- No hay, flaco.
- Y decime, ¿dónde entro yo?
- Flaco, ¿no entendés?
- Y mirá, vos sos más rápido …
- Pero dejate de joder... vos estás es una doble sin acompañante, al menos dejame esa ¿puede ser?
- ¿Así que el tema es ése? - Tito se tomó unos segundo como estudiando las fisuras del relato de “Gomina” - ¿Y vos con quién tenés la habitación?
- Con el “Pichi” Medina,
- ¿Y quién es ése?
- Un tipo grande, uno que es terapista de neo... un loco de Cañada de Gomez, muy prestigioso … - el “Gomina”, tenía la costumbre de agregar información innecesaria que aturdía – en serio flaco, me salvás si podés cambiarme la habitación...

Tito, evaluó la situación y luego de algunas fintas, accedió al pedido.

A la noche, al ingresar a su nueva habitación, Tito escuchaba los ruidos proveniente del baño, al parecer, su compañero de cuarto se bañaba. Había llegado con ganas de mear y no esperaba que el baño estuviera ocupado. Masculló una puteada en voz baja.Tampoco se animaba a pedir permiso y evacuar mientras el otro estaba en la ducha, no lo conocía, sólo deseaba que no roncara. Se decidió por encender la TV mientras esperaba.

Luego de algunos minutos, la puerta del baño se abrió, dejando paso a una nube producto de la poca ventilación. Superando el encandilamiento de la pantalla pudo advertir a un tipo de unos cincuenta y tantos, que venía hacia él, y vestía nada más que un slip negro, tremendamente ajustado, que permitía observar el relieve de un abultado sexo acompañado de dos buenos ejemplares, similares a los limones de la zona. Su saludo amanerado, le hizo recordar el pedido de su colega. El Dr. Pichi, que en su peludo pecho lucía una cruz dorada, lo saludó amagando un beso, al que Tito esquivó con un apurado trote hacia al baño “menos mal que saliste me meo, viejo”
Cuando Tito salió del baño, prefirió esquivar la mirada de su compañero y se aprestó a zapinnear un rato antes de dormirse. El Dr. Pichi habló una vez más.
- Ay, no me digas que vas a estar con el televisor toda la noche?
- Si, ¿por? - a Tito se le estaban yendo los modales
- ¡¡¡Bajá el volumen por favor!!
Tito alcanzó a esbozar algo similar a que no estaba su mujer para romperle las bolas y estaba él, en un tono que la cordialidad se había desintegrado. Tal vez se la agarraba con el Dr. Pichi, aunque el blanco preferido habría sido “Gomina”.

A la mañana siguiente “Gomina” estaba desayunando. Tito lo encaró
- ¿Y tu esposa?
- Tuvo un problema el vuelo y no llegó – le respondió casi si dirigirle la mirada y confirmándole su primer desconfianza del día anterior.
- ¿Ah sí? Mirá vos... Che y que me decís de tu amigo Pichi?
- ¿Amigo? No, no. Pero ¿viste? tremendo puto el viejo ¿no?

 

 

Fin

 

 

 

 

Enamoramientos 2.0

En una mesa de fin de año, hace varios lustros, Ernesto, un lejano tío político, me confió que luego de enviudar, conoció a su segunda esposa por un aviso del diario. Un clasificado, para ser más específico. No era cuestión de ofrecerse al mercado como un paquete, sino que el tema pasa pasaba por ser específico en la búsqueda. “Señor busca señora para relación seria” rezaba su aviso. “No hay que andar con vueltas”, me aseguró. La verdad es que Ernesto era un adelantado. Y la chica en cuestión, también. Juntos compartieron sus últimos años.

Los innumerables entregas del programa del gran Roberto Galán... en “Yo me quiero casar ¿y Ud?”, encontraban el anillo que le faltaba al dedo de la compañía amorosa Todavía quedan resabios de esa metodología. Algunos programas de radio se empecinan en encontrar “medias naranjas” dispersas en el cosmos urbano.

Pero esto va quedando relegado, y nos encontramos con los “cuentapropistas”. Valientes y caraduras que toman las riendas de su búsqueda sin delegarla en nadie, bueno tal vez en Facebook, Badoo, Twoo, o tantas otras casas virtuales de encuentros 2.0.. Es que en la RED, nos animamos a escribir todo lo que no nos animamos a decir. Curiosidad comunicacional. Me recuerda a una amiga que siempre afirma: “al ex no se lo llama, se le mandan mensajes de texto”.

Los encuentros 2.0, guardan el anhelado premio de enamorarse. O con la expectativa más baja de pasarla bien, aunque sea tan sólo un momento. En definitiva, acuñar alguna que otra experiencia placentera, aunque esto suene más al “seguí participando” de las raspaditas.

Pero algunos vicios de estas citas a ciegas, persisten... porque “el departamento de marketing, siempre miente”, asegura un amigo. Y cuando llega el momento de describirnos, mentimos. Porque Facebook nos impone la imagen y allí debemos convivir con la imperturbable crudeza de la realidad del paso de los años. Pensándolo así, la mentira, aparentemente quedaría acorralada. Pero, no. La sorteamos.

No nos engañemos.

Buscamos, elegimos y hasta retocamos la foto de nuestro perfil. Maquillamos digitalmente el señuelo que nos abrirá las puertas del amor o del sexo, o de la ilusión de ambos. Porque todas estas intenciones de encuentros, son a costa de no querer ver. De ilusionarnos con ver eso que queremos ver. Es decir, cuando observamos una interesante señorita o señor, deberíamos aplicar un coeficiente de corrección de imagen. Ahora, si en la foto detectamos lo que denomino IDB (“Indicadores De Bagre”), no deberíamos insistir como la gallega del GPS. Porque a veces no podremos recalcular cuando ya nos pasamos de la curva...

Y ni hablar de las sesiones “hot” en el chat, a la que sobrevienen garrafales errores de ortografía. Allí, para quien lo advierte, opera un retraimiento casi tan fuerte como cuando detectamos los "IDB" arriba referidos.

Maldecimos la tecnología pero bendecimos al Facebook. Y nos convencemos de que las citas no son más a ciegas. Pero sabemos que siempre puede haber lugar para la sorpresa.

El fiasco y el gol de media cancha pueden ser posibles.

 

 

Fin

 

 

Chantas 2.0

Como en el boxeo, la metáfora “te salvó la campana”, nunca resultó tan apropiada a ciertas llamadas telefónicas. “Me salvó la llamada” suspiramos aliviados “no me lo podía sacar de encima” confiaremos momentos más tarde a un amigo en un bar. Y sí, algunas llamadas son gloriosamente salvadoras. Pero, así como en algunos casos ese indiscreto aparatito, que cada vez se parece menos a un teléfono, nos puede señalar una impensada puerta abierta para huir como cachorros de departamento desesperados en busca de la felicidad detrás de algún árbol.
Pero, las funcionalidades que la tecnología impone a cada uno de estos celulares, permite que no sólo sea la llamada la que nos salve, o el mensaje de texto, en su defecto. El whatsApp, el Facebook, el Twiter, cualquier portal o “cyber red” llega con sus terminales axiónicas y nos toca, avisándonos hasta las variaciones del clima, con la realidad de una comunicación indiscreta o salvadora.
Y sí, el ser humano aprende. Y rápido.
Y nos convertimos en manipuladores de esta tecnología.
Y el mensaje de wahatsapp es más importante de lo que me dice mi amigo, o mi jefe, o mi hijo, o tal vez los reclamos de una novia enojada se desdibujan ante el resultado de un partido de fútbol o... ¿y cómo sabemos que ese mensaje llegó? Este es el punto, la simulación en la lucha por la vida, tal como lo proponía José ingenieros, (el de profesión escritor, che). Los chantas 2.0 simulan, es como el habilidoso que te hace jueguito con la pelota y te mira a vos a y a su pantallita, hace gala de sus gambeteos discursivos y se apoya en la tecnología propia del escapista.

Dignísimos hijos del gran Houdini.
“Llamame vos, acá no tengo señal” invirtiendo el contador de minutos a nuestra cuenta.
“Uh, ¿sabés? no me llegó ese mensaje”, desentendiéndose de un compromiso asumido con la simpleza de espantar una mosca con la mano.
“¿El mail?, no, no llegó nada. Y... acá se cayó el servidor” (¿de dónde se cayó,?) y uno asiente sin llegar a comprender si el servidor es un objeto preciado que se vino a pique de la estantería.
“Disculpame, tengo una llamada importante”, interrumpiendo una situación que ponía a nuestro interlocutor entre la espada y la pared, y que además cambiando el tono por uno más cómplice nos confiesa, “es mi jefe” con gestos de disculpas eternas que no se las cree ni la madre.
Y así podemos acuñar decenas de situaciones y etcéteras varios.

Y como siempre, la delgada línea de discernir entre la honestidad de una realidad posible y la ficción manipuladora de los embaucadores.
Aunque muchas veces los laberínticos y enredados vericuetos de la rutina, nos puedan encontrar de un lado y del otro.
Ser o no ser., escribió Hamlet, y viene al caso.
Reconocer o no reconocer, es otra cuestión.
La decisión siempre es nuestra.
Suerte.

 

¡Ojo con lo que decís!

Luego de varias horas de viaje, nuestra comitiva, llegó a destino.
Nos acreditamos y nos aprestamos para la charla técnica, pero, como siempre ocurre, una de nuestras integrantes no figuraba en la lista. Le digo a Rolando que lo tenía pegado atrás mío, producto del ensardinamiento de tanta gente en tan pequeño espacio. La chica que nos acreditaba tenía un incendio en la cabeza, obra de la genética, y con énfasis intentaba asegurarnos que no había caso, la "Chiqui" , nuestra compañera, no aparecía...
- A ver, que la colorada apure los papeles porque la Chiqui, como el resto, pagó todo. Yo te digo ...se va a armar quilombo, anuncio a Rolando, y me dirijo a la colorada.
- Cómo puede ser que no esté en la lista... ?

La administración recorría todos los posibles itinerarios del trámite de la Chiqui, hasta que al final, ¡Eureka!. La tranquilidad asomó en la víctima, mientras el resto se acomodaba para la presentación. En frente, y detrás de una improvisada tarima, nos dirigía palabras de bienvenida un morochón con rasgos indígenas.

Cuando subimos al auto nuevamente, Darío disparó

- Che,¿ vos no decías que éste era un pueblo lleno de nazis?
- Sí, acá hubo muchos refugiados...

Hace varios años, La Cumbrecita, había sido refugio de varios jerarcas que escaparon de la Alemania nazi, ingresando a nuestro país con visas falsas y con el guiño cómplice del gobierno de Perón. Aún más, los grandes pinares no son autóctonos, sino obra de los teutones que decidieron trabajar la madera, con visión de futuro. Hasta hacía unos lustros, llegar al valle que lo describían como paradisíaco, costaba varias suspensiones y algunos amortiguadores. No llegaba cualquier auto. Yo mismo había padecido los costos de la proeza de adentrarme pero a costa de dejar partes de mi vehículo en el camino. Lo hacían a propósito, para que la gente no llegue, que no seconvierta en un lugar masivo.

- ¿Pero vos viste quien es el intendente? Es un coya.
- No es coya, che. Sino comechingón. Y no es intendente, sino presidente comunal
- Igual, acá estos cordobeses agrandan todo.., pero parece que ya no hay más nazis, sino este no estaría hablando...


Luego del hotel, donde una veterana con todo muy bien puesto y una sonrisa de enamorar nos registró, aterrizamos en el Helmouth, bar primigenio de la región. La cena nos espera, pero no hay lugar adentro. No importa, nos acomodamos a la fresca de la noche.
El mozo, quía y bombero, resultó un narrador de historias de aparecidos y fábulas locales. A algunos se nos antoja parecido al protagonista de la antigua revista MAD: orejón y con sonrisa de bolustrack. Otros le encuentran parecido al maestro Yoda. Su inmediato jerárquico inferior, un jovencito de dudoso género se esmera en cordialidades gastronómicas, mientras el maestro hace gala de su oratoria..

Entre chistes homofóbicos, hablamos del colectivo LGTBI ese que te lleva pero no te trae., y algunas otras obscenidades rayanas con sanciones del INADI. Flor de la V resultó simpática y servicial. Cada tanto Yoda, se pegaba una vueltita, chiste de por medio.

Rolando con algunos copetines encima, encuentra cada dos comensales uno que jugaba en “Hebraica” al basquet. Cuesta imaginarlo con su altura. Nos confía un desafío que no superó. Marcar a un grandote que, casualidades de la vida, está sentado a dos mesas de distancia.
- Al vago ése (de 2m de alto) me costaba marcarlo, yo era base.
- Digamos que le llegabas hasta acá - señaló Rober, haciendo un gesto a la altura del pecho - Rolando se esforzaba, pero el vago le apoyaba el vaso de whisky en la cabeza.
- Lo usaba de "base" - nos reímos todos.

Comentamos la desgracia del grupo que contrató servicio turístico profesional. Al menos nosotros, bendecidos por Cintia Tours, estamos a metros del hotel.

Vane con quien me había cruzado al ingersar al bar, había sido muy específica en los motivos de su disgusto.
- Para llegar al hotel, que queda a 1km de distancia cuesta arriba - toma una pausa mirándome fijo - y cuando llegas, además - levantando su amenazante dedo índice - ¿sabés qué?, tenés que subir ciento treinta y ocho escalones ¡¿podés creer?! - explicaba con indignación.
Con esas distancia, cada subida, seguro que el capitán los hará calentar para subir hasta allá, a ver si se desgarran - nos reímos agradeciendo la cercanía de nuestra morada. Propuse un brindis por Cintia ¡qué operadora turística!

Estética 2.0

 

No es novedad que la tecnología tiene acciones en el mundo del glamour.

Cosmética, indumentaria, perfumes con feromonas, todos estos productos mejoran la imagen nuestras relaciones interpersonales. Bah, eso es lo que anuncia el departamento de marketing.

 

Pero desde hace algunos años, los desarrollos tecnológicos incursionaron otros territorios. Porque un buen arsenal de láseres, ondas rusas sin crisis, pueden resolver estrías o proponerte una apariencia firme y despabilada ¡y sin esfuerzo!.
Veamos otro ejemplo: reducir la celulitis, sin transpirar una gota de esfuerzo modifica el paradigma del sacrificio para estar bella (o bello). O enmendar el viejo hueco de un grano que te reventaste cuando vivías tu adolescencia, en la que pasabas horas y horas frente al espejo, luchando contra tus defectos e imperfecciones reales e imaginarias.

 

¿Y si el sol no asoma por el balcón de tu jaula-departamento?
¿ Y si la lluvia arrecia tu ciudad, y el pronóstico te aturde de inclemencias climáticas,?

No nos hacemos problemas. Porque resolver la urgencia estética del inminente fin de semana, que no modifica su cronograma, pide a gritos soluciones. Entonces una sesión de microondas nos cocina a punto bronce, y listo el pollo. Aún estando al spiedo nos convencemos que así es mejor, porque nos cansamos de palideces lunares y vampirezcas, como si el rocío de la mañana nos sorprendiera blanqueándonos con la vieja receta de las abuelas. Bueno, ya no hay de qué preocuparse: la cama solar nos invita a acostarnos y dorarnos en modo caribeño, aunque de geografía no entendamos una jota.

 

¿Y si una jovencita insegura y glamorosa quiere asegurar su maquillaje en la oscuridad? Simple, toma su celular y se filmará, iluminando su rostro y repasando cada línea, como en un camerino, antes de la función gracias a su novedoso espejo 2.0.

 

 

Diálogos de cabina
Sexo, matrimonio y egoísmos


La tarde avanza, el calor agobia. Nos detenemos en Oncativo, pero para cargar gas y tomar envión. Sorteamos los vericuetos para retomar la autopista y avanzar decididamente el último tramo del viaje. Los mates sostienen un itinerario que comienza con el conductor, como corresponde. Oda a Pablito. nuestro Rolando Rivas.
El tema “matrimonio” se infiltró por una de las ventanillas o tal vez en el agua del mate, vaya uno a saber. La institución está en crisis, o tal vez se ingresa en una crisis luego de varios lustros. Diego con la soltura propia de los vendedores, disparó:
Yo cada vez me vuelvo más egoísta, si quiero irme de caravana, obviamente que no es con mi mujer ...
Como que te volvés más egoísta, ¿no? - agrego a su comentario, pero Diego continúa acelerando en la curva de sus hipótesis.
Si yo llegara a ganar 40 palos me voy a la mierda! - bajando el tono, tal vez poniendo un paño frío a su euforia – bueno, le dejo la mitad a mi mujer y... chau.
Reconocemos que 40 palos es mucha guita. Pero Diego va más allá de esas primeras hipótesis.
Y si vuelvo, porque me fundí, (mi mujer) me tendría que tratar bien ¿no? Al fin y al cabo le dejé 20 palos...
Si, te va mandar al “pata de bolsa” a buscarte a la estación de ómnibus – le confirmo.
Mirá el asunto es así, con guita sos más lindo, más fachero
Sí, cómo el boludo que juega en la selección
¿quién?
Este que todas las minas andan enloquecidas ¿Cómo se llama?
Ah, Lavezzi, aporta Caro.
Claaaro, ¡ese gato! Pero fijate vos, este tipo con la pelotita, ¿qué hace? juega, va al gimnasio, garcha.
Si, pero ponelo en la parada del 142, del lado de Villa Gobernador Galvez, ¿a que no te cambiás de vereda? - le retruco. Nos reímos y acordamos que elegimos el deporte equivocado.
Estamos arribando a Almafuerte.
En el matrimonio, un claro indicio de crisis es cuando en las vacaciones el sexo ausente es el principal protagonista. Interpelo al pasaje de la cabina.
¿Son vacaciones?
Es lo normal – comenta Pablo, con un suspiro de desgano, mientras busca una emisora con mejor música.
No, no. No es así. Nos acostumbramos mal mi viejo..., nos acostumbramos mal – aseguro.
La realidad es que cada vez se garcha menos.
Che, ¿pero es tan así? - Noe apela incrédula al sentimiento amoroso
No debería ser así. Pero... al parecer tarde o temprano caemos en el pozo.
Y nos quedamos cavilando en silencio. Las realidades pasadas y actuales nos develan otra perspectiva. Uno aprende. Pero también repite.
Y para no repetir errores, un arsenal de Gallegas GPS, nos indican por donde ir. Aunque con Pablo nos inclinemos por el mapa en la guantera.

Activación kinésica 2.0

Fenómeno relativamente nuevo, este de observar personas que casi como resortes se activan en “modo caminante” en un frenético e inútil recorrido de círculos, como animales enjaulados.
Como los grandes oradores, una gran alocución requiere destrezas corporales, porque no sólo se habla con las palabras. Gestos y movimientos pueden desarrollar un gran histrionismo cautivador en el público. Si bien esto es cierto, me pregunto: cuando hablamos por teléfono ¿quién nos ve? Si nos dirigiéramos a un auditorio y este tiene un sólo espectador u oyente ¿quién nos ve? ¿Tanto histrionismo para qué?
Pero lo más importante tal vez, sea que no vemos quiénes nos ven. Ese observador ocasional, ingenuo si quieren, nos observa dialogando apresados psiquiátricamente con algún amigo invisible. Me refiero a la tecnología del blutú (¿no se pronuncia así?) y todos esos auriculares tan diminutos que se pierden en nuestra anatomía, y que no le permiten registrar que uno no habla solo, sino con alguien que no se ve.
Insistir en caminar cuando nos hablan al oído tiene su explicación biologicista, porque según aseguran algunos expertos de ignotas universidades del gran país del norte, se activa un centro del sistema en nuestro cerebro más profundo.
Pero el problema supongo comienza cuando el sólo contestar una llamada desata una secuencia que se repite de manera idéntica. No importando el lugar donde esto ocurra.
Y así andamos por la vida, activándonos donde sea.
Porque cuando alguien nos llama, no sabe dónde nos encontramos, pero nosotros sí podemos elegir cuándo hacerlo. Porque el celular es el más indiscreto de nuestros conocidos. Pero esto es para hablarlo en otro momento.

Eledu Setiembre 2014

 

Diálogos de cabina.
Rumbo a La Cumbrecita 2014.


“Esperame por Pellegrini”, ordenó y yo obedecí ¿qué podía decir? El profesional de la conducción decía Colón y yo tenía que repetir. El recorrido no incluía desvíos por calles secundarias. En la espera, me sorprendí de ver promotoras del gobierno de la provincia de Buenos aires. Pensé en la inventiva acerca de los nuevos modos de gastar fondos públicos con formato de festival musical, para colmar ambiciones presidenciales.Viajaríamos en taxi, y ese no era un detalle menor. El enigmático mundo aurinegro siempre me despertó curiosidad con sus movimientos corporativos sincronizados y en bloque, para reclamar aumentos tarifarios y seguridad. “Que nunca te choque un tachero, inmediatamente tenés cuatro o cinco ahí” me aconsejaba un amigo, asegurando que en esas situaciones establecen una asimetría que disuade las ganas de cualquier insulto.Para mí ( y seguramente para muchos más) se cumplía un sueño: viajar con un tachero y que no nos cobre. Pero más allá de esta particularidad, la cuestión es que a Noe nuestra pasajera más joven presa de una inusual atracción, le llenó el baúl de preguntas a Pablo, nuestro tachero y conductor del recorrido Rosario - la Cumbrecita, quien se vio abordado por un interrogatorio, hasta la sospecha de no saber si en un futuro inmediato la señorita en cuestión, abandonaría la PYME familiar y se dedica de lleno al transporte público.Comenzamos a reflexionar sobre el valor de la amistad y la singularidad que representa esta que se genera entre varones y mujeres. Estas amistades transita por una delgada línea. ¿Por qué? Y ¿viste? con Diego coincidimos “Tu esposa te dice ah, claro, vos le llamás a todas amigas” acompañando la frase con un tono sarcástico pretendiendo asignarle connotaciones sexuales “ahh, mirá que interesante ¿también esa es tu amiga?”La tarde se despliega calurosa, casi tórrida, para esta época del calendario. Se viene Santa Rosa, la tormenta más conocida y coincidente con el cambio de Luna y como preanuncio de la estación de las lluvias primaverales.Pablo, nuestro Rolando Rivas merreliano, nos comunica que pronto deberemos buscar una estación para recargar el tubo de gas. Atendemos a las indicaciones de la autopista.Estamos en camino.
 
Eledu - Setiembre 2014.
Confianza 2.0
 
Mi vieja me decía “No creas todo lo que te digan”. A veces le daba bola, pero por lo general sólo cuando las papas quemaban en el fuego, reconocía el porqué de aquella insistencia. ¿Qué tiene que ver mi vieja?, se preguntarán. Sucede que volviendo a la “gallega” esa popular voz femenina que pidiendo pista se introdujo en nuestras vidas, al igual que internet, el googleo, la televisión digital y el agua en bidones. Sí, sí. tan natural como caminar por el riscoso sendero del delito de la propiedad intelectual con el copy and paste.

¿Por qué se nos acostumbró la mirada a la inmediatez?
Reparen en esto: no leemos más de tres líneas de un mail porque nos aburre. Y créanme que no hay caso, los expertos en e-marketing, comunicación efectiva, deben rendirse a la finitud del cansancio cognitivo.
¿No me creen? Veamos: ¿cuántos de nosotros buscamos más allá de la primer página que nos devuelve Google? Ah, ¿vieron? Es como les digo, nos acostumbramos a tomar lo que tenemos más cerca. Y pensándolo bien, no está tan mal. Y el caso de nuestra querida transnacional, que nos seduce con su timbre de voz de línea 0600, indicándonos qué camino debemos tomar. ¿Puede alguien resistirse?

Pero lo que no reflexionamos es por qué “la gallega” dice lo que dice.
El GPS le manda a un satélite información de nuestra ubicación y viceversa ¿no?. Pero sabemos que - como con DirecTV y los celulares - la señal se puede perder. Pero la “gallega”, como muchos conductores televisivos y radiales, padecen de diarrea verbal. Si ella no tiene señal, sigue hablando. Recalcula y vuelve a hablar.
Asi fue como le pasó a mi amigo que dirigiéndose a la localidad de Trenque Lauquen, que cuando confiaba estar a tan sólo 20 km, y no veía un cartel indicador, decidió preguntar en un puesto caminero. El gesto de extrañeza que le devolvió el uniformado, le dio mala fariña. “¿Trenque Lauquen? Repitió mientras se rascaba la barbilla. Al parecer la pregunta lo había desconcertado y le gritó a su compañera que limpiaba un mate en un tacho a lado de la oficina, del otro lado de la ruta. ¿A cuánto está Trenque Lauquen?
El rostro de mi amigo se desdibujaba paulatinamente hasta hundirse en la realidad de su desorientación. La gallega le habló y le habló. Y mi amigo escuchó y escuchó... y le creyó.
Luego de ese viaje compartimos una cerveza con mi amigo Martín. Cuando le pregunté de su viaje su rostro se ensombreció. “Mirá”, me aseguró, “yo a esa mina no la quiero oír más” confesó terminante y agregó, “es más volví a mi querido y ajado mapa de la guantera”.


Eledu - Setiembre 2014.
 
Orientación 2.0

La desorientación se le asigna a las personas que tienen repartidas sus funciones en los dos hemisferios. Los expertos aseguran que si uno es diestro reconoce con claridad tanto la izquierda como la derecha. Y digo diestro, sin la maliciosidad de considerarlo en su acepción de hábil, sino en la de alguien que domina sus habilidades corporales con la “diestra” y nada más que con ella. Bueno, no sucede así con las personas “zurdas”, ya que sus imbricaciones nerviosas y precisamente las relacionadas con la motricidad están repartidas en ambos hemisferios.
En síntesis: los diestros se orientan más fácilmente cuando tienen que doblar a la izquierda.
¿El GPS habrá sido creado por alguien zurdo?. ¿O simplemente por una persona que no acertaba a leer un mapa? Posiblemente estas preguntas no sean determinantes sino el aderezo del primer plato.
Como todo chiche nuevo, hizo furor.
Cargamos mapas y nos fuimos aconstumbrando paulatinamente a esperar que el GPS te ordene para dónde está el lugar que querés ir.... Ciegamente depositamos nuestra confianza en una voz femenina, seductoramente española. Ella no discute, solo te dice las cosas una vez, y otra vez. Insiste hasta que comprende que la has desobedecido.
Pero no te reta.
Sólo escuchamos el “Recalculando” incrustado como una esquirla de una batalla que comenzamos a perder el día que comenzamos a hablarle al aparatito. “La gallega” se introdujo en nuestras vidas, promiscua, impertérrita, doblegándonos con sus aciertos y enfureciéndonos con su códigos traídos de otras culturas. Veamos un ejemplo:
Manejás cómodo y estás llegando a una bifurcación del camino, con una clásica “rotonda”
“En la glorieta tome la tercer salida” -”¿eh? ¿glorieta?” pensás mientras buscás algo parecido con la extrañeza que el GPS repare en ciertas arquitecturas...“en la glorieta tome la …” insiste, “¿dónde hay una glorieta?”, comienza la discusión, porque el paisaje es desértico...”de qué glorieta habla esta mujer?” “Recalculando...”¡La puta que lo parió!
Además del ridículo espectáculo de hablarle a un aparato al que le asignamos facultades mentales nos enredamos en discusiones estériles. Ella sólo insiste y reitera, ni te hagas ilusiones que el “recalculando” sea un indicio de que se retracta, no señor.
Con la Gallega, digo el GPS, bueno, con “ella” nos peleamos en varias oportunidades como así también nos reconciliamos otras tantas. Sí está bien, ya sé lo que van a decir... lo acepto, no tengo excusas, pero les aseguro que para algo sirven las peleas, y es para vivir grandes reconciliaciones.


Eledu - Setiembre 2014
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